La palabra Humilladero
en el siglo XXI no nos dice nada o bien puede tener connotaciones negativas
pero en los siglos anteriores todo el mundo sabía que era un humilladero.
La palabra
deriva del verbo humillar, postrarse o
inclinar la cabeza en señal de sumisión, dicho esto los humilladeros eran pequeños lugares de devoción religiosa
que se ubicaban generalmente en las
entradas o en las afueras de los pueblos o ciudades con una imagen o una cruz.
Fuente Google Maps |
Estos lugares
eran fácilmente reconocibles para la gente de entonces. situados en los extrarradios de Madrid. Los viajeros
paraban, se refrescaban, y rezaban (de ahí lo de humilladero) antes de entrar
en la ciudad. Básicamente consistían en unas gradas en cuyo centro se colocaba
una columna rematada por una cruz con el fin de fomentar la piedad de los
caminantes. Con el paso del tiempo los humilladeros se transformaron en pequeñas
capillas o ermitas.
Foto José M. Bustos |
Los dos únicos
que quedan en Madrid son una hornacina con una Virgen en la plaza de Ramales
esquina a la calle de Vergara y del que vamos a hablar en esta entrada es una pequeña capilla que
está en la calle Fuencarral. dedicado a Nuestra Señora de la Soledad.
Foto José M. Bustos |
La capilla,
de pocos metros cuadrados y que hoy permanece cerrado, se puede divisar el
interior mediante sus ventanucos se construyó por el marqués de de Navahermosa,
Ponce de León y Francisco de Feloaga en 1712.
Es una
sencilla capilla de ladrillo visto y zócalo de sillares, con planta cuadrada y
un arco de medio punto en la entrada y otro marcado en el muro de la fachada
contigua. En el portón de madera, una rejería de principios del siglo XVIII
protege una abertura acristalada para ver el interior. Dentro, al frente, un
modesto altar con retablo compuesto de dos pilastras jónicas y el cuadro del
XVII de la Virgen de la Soledad, el cual se encontraba bajo un arco desde
tiempos muy antiguos y anteriores a la capilla.
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Junto a la
virgen, hay un Cristo
crucificado que le acompaña, de tamaño real, llamado del Consuelo, según parece de
finales del XVII. La Soledad de la Virgen representa el período que transcurre
entre la muerte de su hijo y su resurrección.
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Foto José M. Bustos |
Lo que da pena es que este lleno de grafities y que no se le cuide un poco más al ser una pieza única del patrimonio de Madrid.
BIBLIOGRAFIA
NOTA:
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