Mirando por Madrid podemos encontrarnos a la vuelta de una
esquina, al fondo de una plaza, en medio de la acera a algunos ciudadanos
perennes que están día y noche salvaguardando nuestras calles. Esos madrileños
son estatuas de bronce.
Tenemos un elenco variado, estudiantes, pintores, diversos
oficios, lectores de periódicos, sentados pacientes esperando su avión…..
Vamos a hacer un recorrido por todos los que tenemos hoy en
día en nuestro año 2018. Lo primero es saber dónde están ubicados y quienes
son:
La paseante: Calle la Palma 46
La joven caminando: Plaza de San
Ildefonso
Julia: Calle del Pez
La lectora empedernida: Plaza del 2 de mayo
El Barrendero madrileño: Plaza Benavente
El farolero: Concepción Jerónima
El vendedor de la ONCE: Calle San Agustín
El lector del periódico: Plaza de la Paja
El lector de la calle de san
Justo
El Pintor del Museo del Prado:
El vecino curioso: calle de la Almudena
El Viajante: estación de Atocha
Atrapado en el aeropuerto: Barajas Terminal 1
La Paseante
Esta estatua se ubica en la calle de la Palma número 46 junto a la
escuela de Arte de la Palma, es obra de Roberto Manzano. Se inspira en una
alumna de la escuela de arte. Tiene una postura “curiosa”, algunos dicen que
muy sexy, lleva camiseta de tirantes y una falda amplia y ceñida. Nos
la encontramos en esta calle desde 1999.
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
La Joven Caminando
Está en la plaza de San Ildefonso, también la llaman la Groungue en homenaje a un
estilo musical de los años 90 o simplemente Susana. Data de 1996 y su autor es Rafael González García.
Representa a un estudiante camino de clase o de casa, como más nos guste,
lleva un amplio jersey, botas, una gran carpeta de dibujo y el pelo totalmente
enmarañado. El autor tomó como modelo a su propia hija Susana.
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Foto José M. Bustos |
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Foto José M. Bustos |
Julia
Está en la calle del Pez desde 2003, su autor es Antonio
Santín, está apoyada ligeramente en la pared y es una estudiante ya que
porta en su brazo derecho uno libro y un cuaderno. Detrás tiene una bella
historia: Julia era una chica del siglo XIX y por aquella época las mujeres no
podían asistir a la Universidad, ella se disfrazó de chico y de esta guisa
asistió a las clases de la Universidad Central de la calle San Bernardo.
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Foto José M. Bustos |
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Foto José M. Bustos |
La lectora empedernida
Está sentada en la mismísima plaza del 2 de mayo justo
enfrente de la puerta del Parque de Artillería de Monteleón donde están las
estatuas de los gloriosos Daoiz y Velarde. Es diferente a las otras tres
chicas, tiene otro estilo, es abstracta. Está allí desde 1999 y está leyendo un
libro que tiene en la mano derecha y su autor es Enrique Villa
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Foto José M. Bustos |
El Barrendero madrileño
En la plaza de Jacinto Benavente. Su creador es Félix Hernando. Data de 2001 y
es un homenaje a estos trabajadores. se inspiró en el rostro de un empleado de
limpieza que conocía. Algunos dicen que se llamaba Jesús Moreno y que barrió
las calles de Madrid desde 1953 hasta el 2002
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Foto José M. Bustos |
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Foto José M. Bustos |
El Farolero
En la calle Concepción Jerónima desde 1999, su autor es
también Felix Hernando, es un homenaje a los faroleros de Madrid que durante
décadas encendieron y apagaron las farolas diariamente desde finales del siglo
XVIII hasta la década de los 60 del pasado siglo XX con su pértiga o palo. Yo
mismo los recuerdo, venían cada noche a mi calle en Chamberí dar al interruptor
en cada farola con su palo y luego apagarlas por las mañanas.
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Foto José M.Bustos |
El vendedor de cupones de la ONCE
En 2013 por el 75 aniversario de la fundación de la ONCE, se
instaló en Madrid esta estatua. Las esquinas de toda España tienen a un hombre
que vende un sueño a través de los cupones que cuelga sobre su pecho. Está
situada en la calle del Prado esquina con la de San Agustín, en el barrio de
Las Letras. La obra, hecha en bronce y el vendedor se llama Fortunato, es del escultor
Santiago de
Santiago
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
El lector del periódico
También de Félix Hernando el Ayuntamiento le encargó diseñar la estatua de una persona
normal leyendo el periódico. Y el artista buscó al tipo que tenía más cerca: a
sí mismo. Desde 1998 un hombre inamovible de poco pelo leyendo un periódico de
bronce adorna un banco de la plaza de la Paja.
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
El lector calle de San Justo
La estatua, inicialmente ubicada en la plaza de Carlos
Cambronero, representa un lector anónimo leyendo una página del libro "Las
calles de Madrid. Noticias, tradiciones y curiosidades", escrita de forma
conjunta por Carlos Cambronero e Hilario Peñasco de la Puente. Está frente a la
Biblioteca Iván de Vargas y la Basílica Pontificia de
San Miguel. De hecho, esta estatua es de Félix Hernando, homenaje a Carlos Cambronero, en 1998 se trasladó a su
ubicación actual como parte de la recuperación del entorno y, en
concreto, de la antigua casa señorial de los Vargas, que hoy es una biblioteca.
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
Un pintor para
el Prado
Está junto al Museo del Prado en la colina que sube a los
Jeronimos, data de 1991.
El autor ha querido representar en esta obra al artista en
busca de su formación. En su base puede leerse el título de la obra seguido de
“Julio L. Hernández 1991”. Julio López Hernández es el autor de la obra.
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
El Vecino
curioso
Desde 1999 está siempre asomado a una barandilla, en la calle
de la Almudena, tras una esquina al final de la calle Mayor. Lo que observa de
forma permanente son las ruinas de la antigua iglesia de la Almudena, que
permanecen bajo el nivel del suelo, cubiertas por un cristal que permite
observarlas. Esta estatua de Salvador Fernández Oliva es un hombre de edad madura con boina y que mira con atención
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Foto José M.Bustos |
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Foto José M.Bustos |
El viajante
En la estación de Atocha desde1998. Francisco López Hernández es su autor y es un homenaje al agente comercial
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Foto José M. Bustos |
Atrapado en Barajas
La estatua de bronce de la terminal 1 refleja estas vidas.
Hay incluso quien dice que representa a un cubano que deambuló durante 18 meses por el aeropuerto madrileño en 1992. Llegó
un día a Barajas y pidió que se le expulsara a su país y, hasta que no lo
logró, estuvo en el aeropuerto.
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Foto José M. Bustos |
Webgrafía
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